Es una película documental colombiana de 2017 dirigida,
escrita y producida por Rubén Mendoza, quien ganó el premio a Mejor Director en
el Festival Internacional de Cine de Cartagena. Se centra en la vida de María Luisa Fuentes Burgos una persona transgénero en un pequeño pueblo de las montañas de Colombia. Participó en importantes festivales
internacionales como el Festival de Cine de Edimburgo, el Festival de Cine de
Trento y el 12 MiradasDoc de España.
Rubén Mendoza y María Luisa Fuentes Burgos |
En las montañas de Boavita Colombia en un pueblo campesino,
conservador y católico, vive la señorita María Luisa. Tiene 44 años y aunque
nació siendo niño, se viste y se siente como una mujer. Solitaria y negada
desde pequeña, María Luisa ha encontrado dentro de sí misma y en los pequeños
gestos de solidaridad de su entorno, una fuerza inquebrantable. La fe en la
virgen María y el amor por los animales, son otros de los asideros que este
personaje entrañable encuentra para soportar un mundo que se ha empeñado en
maltratarla.
El personaje central de este documental, es un ser
extraordinario, fuerte y frágil, dulce e inocente, sonriente y atormentado.
Todas estas facetas se van turnando en un retrato que parece capturar la
riqueza natural de las montañas en las que reside y la forma ligeramente
opresiva con la que la vida se desenvuelve allí. La película sigue con
detenimiento la vida cotidiana de esta mujer que habita sola en una casa
aislada sin agua potable, pero con electricidad (las únicas luces en el
interior vienen de un fogón de leña y de una televisión mal sintonizada) El
drama central de la película es que creció siendo hombre, pero sintiéndose
mujer no en una gran ciudad, cosmopolita, donde podría encontrar alguna
compañía afín, sino en un pueblo profundamente católico.
Mendoza entabla conversaciones con ella y logra hacerla
hablar, a veces a regañadientes y otras veces de manera más relajada, y la
riqueza del documental está en la expresividad de este personaje que dice cosas muy inocentes con gestos de jovencita y una voz saltarina y
aguda. Pero esos toques de inocencia chocan con la expresión de las personas que
la rodean, que ante la cámara dicen verla como una rareza sin remedio, más
digna de lástima que de otra cosa. Al centrarse en el personaje y en el entorno
montañoso en el que vive, el documental termina por construir un retrato
cálido, sintonizado con la belleza natural, de alguien que ha logrado enfrentar
una dura historia familiar gracias a una mezcla compleja de inocencia y fe en
dios. Es un retrato conmovedor e íntimo, que también deja ver cómo, detrás de
tanta fortaleza y sufrimiento, hay un terrible bache institucional, en el que
las instancias estatales que deberían proteger a los más débiles han fallado en
su misión.
El director Rubén
Mendoza, sin moverse de las convenciones del cine documental y con una
distancia justa, que no está exenta de ternura, pero jamás es invasiva, logra
un retrato perturbador y de intensa humanidad que nos obliga a ser testigos de
lo siniestro y de lo hermoso, de la natural y de lo cultural, de lo que es
único y no puede ser negado y de la fuerza de lo colectivo. En un ir y venir
entre convención (de la estructura) y transgresión (de los personajes y su
mundo), Señorita María: la falda de la montaña nos entrega su tremenda fuerza
estética y moral.
Hola sabes dónde puedo encontrar el documental completo?
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