Es el diario del médico japonés Michihiko Hachiya que sobrevivió al bombardeo de Hiroshima en 1945. Fue Director del Hospital
Hiroshima, vivía con su mujer cerca del hospital, a una milla del centro de
la explosión. Ante la insistencia de los amigos, el doctor Hachiya publicó su
diario en una revista médica (Teishin Igaku) que circuló entre los miembros
médicos de los servicios de comunicación japoneses. Este llamo a la atención de Warner Wells, un médico
estadounidense que trabajaba en Japón en 1950 como consultor quirúrgico de la Comisión
de siniestros de la bomba atómica”. Fue el Dr. Wells, quien convenció al Dr.
Hachiya, que lo publicará en 1955, bajo
el nombre de Diarios de Hiroshima.
Michihiko Hachiya y su mujer. |
El diario de Hachiya cubre el período desde el 6 de agosto al
30 de septiembre de 1945. Él describió los efectos de la bomba atómica desde su primer destello en la madrugada mientras
descansaba de su turno de noche en el hospital. La fuerza de la explosión le
quitó toda la ropa de su cuerpo, pero él y su esposa sobrevivieron, sin embargo
ambos recibieron quemaduras graves a sus cuerpos pero tuvo que regresar al
hospital y a pesar de estar enfermo y
totalmente desbordado tratando de ayudar a las numerosas víctimas, encontró
tiempo para recoger en este diario sus impresiones e inquietudes. Conmovedoras
en su precisión, humildad, compasión y coraje, sus notas constituyen el mejor
testimonio para entender cómo vivió el pueblo japonés las semanas que siguieron
a la tragedia.
“En este Diario, casi cada página invita a la reflexión. De
él se aprende más que de cualquier descripción posterior, pues uno comparte,
desde el principio, el carácter misterioso de lo sucedido: todo es
absolutamente inexplicable. En medio de su propio sufrimiento, entre cientos de
muertos y heridos, el autor intenta reconstruir paso a paso la situación; sus
sospechas cambian a medida que se entera de nuevas cosas y que éstas van
convirtiéndose en teorías que exigen ser comprobadas. No hay una sola línea falsa en este Diario, tampoco ninguna
vanidad que no esté basada en la vergüenza. Si tuviera algún sentido averiguar
qué forma de literatura es hoy en día indispensable, indispensable para una persona
que sepa y tenga los ojos bien abiertos, tendría que decir: ésta.”
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