Es una novela del escritor judío-alemán Edgar Hilsenrath
publicada en 1980, es un relato inspirado en gran parte en la propia experiencia
autobiográfica de Edgar Hilsenrath como emigrante y escritor novel en los
estados unidos donde llego en 1951, se
estableció en Nueva York y trabajó durante el día de camarero, chico de los
recados y lavando coches. Aprovechaba las noches para escribir. Permaneció en
Nueva York hasta 1975, en los últimos años ya viviendo de la escritura.
1952. En un café judío de Nueva York, Jakob Bronsky, recién
llegado a los Estados Unidos, escribe una novela sobre su aterradora
experiencia en el gueto durante la Segunda Guerra Mundial. Su desconcertante y
obsceno título: El pajillero. Rodeado de emigrantes, vagabundos, beats, putas,
chulos y otros seres excluidos del glorioso sueño americano, Bronsky sobrevive
gracias a trabajos míseros, pasa las horas escribiendo en garitos sórdidos que
abren toda la noche y fantasea con el culo de la secretaria de Mr. Doublecrum,
el que será, o eso espera Bronsky, su futuro editor.
Narrada con un tono cruel y divertido que recuerda las
mejores páginas de Fante, Roth o Bukowski. Sin embargo, el tratamiento crudo,
irónico y febril que añade Hilsenrath para dar cuenta de la experiencia de la
Shoah y de sus vivencias en el gueto —insólito en el panorama literario alemán—
lo ha convertido en una referencia tan única como imprescindible de las letras
contemporáneas.
Ficción y realidad, realidad y ficción, caras opuestas de un
mismo espejo que, rivalizando con el de «Alicia», nos lleva al País de las
Maravillas de Hilsenrath, del que el lector no querrá nunca ser deportado.
«Quiero que se conozcan los lados menos buenos de Estados Unidos», confiesa un
Hilsenrath encantado de que su obra se publique en España. Lo dice un escritor
al que han acusado de pornográfico, «pero no es cierto», se defiende. «Todo lo
contrario, además a mi edad ya no puedo pensar en el sexo». Y es que este
higiénico autor no tiene miedo de parecer grosero o machista, de hecho es como
si quisiera provocar esa reacción en el lector, en una extraña mezcla (de
difícil hallazgo) del más viejo humor judío centroeuropeo.
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