miércoles, 29 de mayo de 2019

Señorita María, la falda de la montaña.


Es una película documental colombiana de 2017 dirigida, escrita y producida por Rubén Mendoza, quien ganó el premio a Mejor Director en el Festival Internacional de Cine de Cartagena. ​Se centra en la vida de María Luisa Fuentes Burgos una persona transgénero en un pequeño pueblo de las montañas de Colombia. Participó en importantes festivales internacionales como el Festival de Cine de Edimburgo, el Festival de Cine de Trento y el 12 MiradasDoc de España. ​
Rubén Mendoza y María Luisa Fuentes Burgos


En las montañas de Boavita Colombia en un pueblo campesino, conservador y católico, vive la señorita María Luisa. Tiene 44 años y aunque nació siendo niño, se viste y se siente como una mujer. Solitaria y negada desde pequeña, María Luisa ha encontrado dentro de sí misma y en los pequeños gestos de solidaridad de su entorno, una fuerza inquebrantable. La fe en la virgen María y el amor por los animales, son otros de los asideros que este personaje entrañable encuentra para soportar un mundo que se ha empeñado en maltratarla.


El personaje central de este documental, es un ser extraordinario, fuerte y frágil, dulce e inocente, sonriente y atormentado. Todas estas facetas se van turnando en un retrato que parece capturar la riqueza natural de las montañas en las que reside y la forma ligeramente opresiva con la que la vida se desenvuelve allí. La película sigue con detenimiento la vida cotidiana de esta mujer que habita sola en una casa aislada sin agua potable, pero con electricidad (las únicas luces en el interior vienen de un fogón de leña y de una televisión mal sintonizada) El drama central de la película es que creció siendo hombre, pero sintiéndose mujer no en una gran ciudad, cosmopolita, donde podría encontrar alguna compañía afín, sino en un pueblo profundamente católico.


Mendoza entabla conversaciones con ella y logra hacerla hablar, a veces a regañadientes y otras veces de manera más relajada, y la riqueza del documental está en la expresividad de este personaje que dice cosas muy inocentes con gestos de jovencita y una voz saltarina y aguda. Pero esos toques de inocencia chocan con la expresión de las personas que la rodean, que ante la cámara dicen verla como una rareza sin remedio, más digna de lástima que de otra cosa. Al centrarse en el personaje y en el entorno montañoso en el que vive, el documental termina por construir un retrato cálido, sintonizado con la belleza natural, de alguien que ha logrado enfrentar una dura historia familiar gracias a una mezcla compleja de inocencia y fe en dios. Es un retrato conmovedor e íntimo, que también deja ver cómo, detrás de tanta fortaleza y sufrimiento, hay un terrible bache institucional, en el que las instancias estatales que deberían proteger a los más débiles han fallado en su misión.


El director Rubén Mendoza, sin moverse de las convenciones del cine documental y con una distancia justa, que no está exenta de ternura, pero jamás es invasiva, logra un retrato perturbador y de intensa humanidad que nos obliga a ser testigos de lo siniestro y de lo hermoso, de la natural y de lo cultural, de lo que es único y no puede ser negado y de la fuerza de lo colectivo. En un ir y venir entre convención (de la estructura) y transgresión (de los personajes y su mundo), Señorita María: la falda de la montaña nos entrega su tremenda fuerza estética y moral.




1 comentario: