Es una novela de Jerzy
Kosinski novelista estadounidense de origen polaco,
publicada en 1965. Relata la experiencia de un niño (de religión y etnia
desconocidos, aunque de apariencia judía y gitana) que deambula desamparado por
las zonas campesinas de la Polonia Oriental antes y durante la Segunda Guerra
Mundial. Su periplo sin rumbo a través de un mundo cruel, ignorante y
supersticioso, se convierte en una metáfora de la condición humana.
En otoño de 1939, en un país de Europa central, un niño de
seis años es enviado por sus padres a una remota aldea. Quieren salvarlo de los
horrores que se avecinan. Pronto pierden el contacto con su hijo y este,
librado a su propia suerte, vaga por Europa durante años. En su viaje se convierte
en testigo y partícipe de una pesadilla inimaginable; sus experiencias le hacen
perder el habla y sumirse en un abismo del que le costará mucho salir.
La novela, en la que se han querido ver reminiscencias
autobiográficas (aunque Kosinski haya desmentido que se trate de una autobiografía
en el sentido estricto), fue considerada por Arthur Miller, Elie Wiesel y otros
como una de las obras más importantes de la literatura del Holocausto. Así,
Weisel, por ejemplo, escribió en el New York Times Book Review que se trataba
de "una de las mejores... escrita con profunda sinceridad y
sensibilidad".
Tras la publicación del libro en Estados Unidos, Kosinski
fue acusado en su país natal de antipatriota debido a su implacable descripción
del medio rural polaco. Las acusaciones se intensificaron en 1968, con la
campaña antijudía que pusieron en marcha las autoridades polacas, que obligó a
muchos judíos a abandonar el país.
El libro fue prohibido en Polonia y otros países de Europa
Oriental, y el autor recibió amenazas personales, que llegaron incluso a un
intento de agresión en su propia casa por parte de dos inmigrantes polacos que
le recordaban mucho a los campesinos que conoció en su infancia. Kosinski se
dolía de que los polacos odiaran su libro y a su persona sin siquiera haber tenido
la ocasión de leerlo.
Finalmente, pudo publicarse en Polonia en 1989. En Varsovia
se vendieron miles de ejemplares en poco tiempo y la gente hacía colas de
varias horas para comprar libros autografiados por el autor. El crítico
literario y profesor de la Universidad de Varsovia, Paweł Dudziak, calificó El
Pájaro Pintado como una gran obra y resaltó su vertiente simbólica,
argumentando que las acusaciones de antipatriótica no tenían sentido ya que las
descripciones de los ambientes y los caracteres que aparecían en el libro no debían
ser tomadas literalmente.
Sin embargo, la recepción del libro no fue uniformemente
positiva. "Cuando el Pájaro Pintado de Kosinski fue traducido al polaco –
escribió Iwo Cyprian Pogonowski – lo leyó la gente con la que la familia
Lewinkopf había vivido durante la guerra. Se escandalizaron por las historias
de abusos que nunca habían ocurrido. Reconocieron los nombres de algunos niños
judíos a los que ayudaron durante la guerra, niños que sobrevivieron gracias a
ellos, ahora representados como víctimas de su abuso. Estaban furiosos por la
ingratitud de Jerzy".
En posteriores reediciones, Kosinski explicó que tanto la
nacionalidad como la raza de sus personajes se habían ocultado para prevenir
malas interpretaciones, e insistió en que la novela no era una autobiografía,
sino una metáfora de la confrontación entre el ser humano en su estado más
indefenso (un niño) y la sociedad en su estado más inhumano (la guerra).
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