Es la autobiografía de la bailarina estadounidense Isadora
Duncan publicada en 1927 poco después de su trágica muerte. Es un relato de
vida franco y fascinante de esta notable visionaria y feminista que tomó el
mundo, reinventó la danza y abrió el camino para los futuros grandes
modernistas de la danza. Documenta la vida de Duncan como
bailarina y como mujer, desde su fascinación por la música clásica y la poesía
cuando era niña en San Francisco y su intenso estudio del arte griego clásico
en Atenas, los grandes avances que hizo en la danza, la
fundación de escuelas, la actuación y la colaboración con artistas internacionales,
sus notorios amoríos y la trágica muerte de sus propios hijos.
Angela Isadora Duncan (26 de mayo de 1877 o 27 de mayo de 1878 - 14 de septiembre de 1927) fue una bailarina
estadounidense que fue aclamada en toda Europa. Nacida en California, vivió en
Europa Occidental y la Unión Soviética desde los 22 años hasta su muerte a los
49 o 50 años. Duncan comenzó su carrera de bailarina a una edad muy temprana "Nací
a la orilla del mar. Mi primera idea del movimiento y de la danza me ha venido
seguramente del ritmo de las olas..." dando clases en su casa a los niños del
vecindario, y esto continuó durante su adolescencia. Su enfoque novedoso de la
danza fue evidente en estas primeras clases, en las que "siguió su
fantasía e improvisó, enseñando cualquier cosa bonita que pasara por su
cabeza". Rompiendo con la convención, Duncan pensó que había rastreado la
danza hasta sus raíces como un arte sagrado. Desarrolló a partir de esta noción
un estilo de movimientos libres y naturales inspirados en las artes clásicas
griegas, danzas folclóricas, bailes sociales, naturaleza y fuerzas naturales,
así como un acercamiento al nuevo atletismo estadounidense que incluía saltar,
correr, y lanzar. La filosofía de la danza de Duncan se alejó de la rígida
técnica del ballet y hacia lo que percibió como movimiento natural. Para
devolverle la danza a una forma artística superior en lugar de solo
entretenimiento, ella se esforzó por conectar las emociones y el movimiento. Tanto
en la vida profesional como en la privada, Duncan burló las costumbres y la
moralidad tradicionales. Ella era bisexual, atea, y comunista.
A finales de la década de 1920, la carrera profesional de
Duncan había decaído y se hizo famosa por sus problemas financieros, su
escandalosa vida amorosa y su embriaguez pública, así como por sus
contribuciones a las artes. Pasó sus últimos años moviéndose entre París y el
Mediterráneo, acumulando deudas en hoteles, amigos y seguidores, intentaron
ayudarla a escribir esta autobiografía entre ellos Scott y Zelda fitzgerald.
Esperaban que fuera lo suficientemente exitosa como para pagar sus deudas, pero
Isadora murio cuando su bufanda se enredó en las ruedas y el eje del automóvil
en el que viajaba antes de que la publicara (En medicina, el síndrome de
Isadora Duncan se refiere a la lesión o la muerte como consecuencia del enredo
de algo con una rueda u otra
maquinaria.). El compositor australiano Percy Grainger calificó la
autobiografía de Isadora como una "obra maestra enriquecedora de la
vida".
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