En esta obra el autor desafía la suposición popularizada por
Sigmund Freud de que los humanos tenemos una tendencia innata hacia la
violencia y la destrucción. Gruen arguye que en la raíz de ese mal se encuentra
el odio a uno mismo, una rabia que se origina en una autotraición que comienza
en la infancia, cuando la autonomía del yo se rinde a cambio del «amor» de
quienes ejercen poder sobre nosotros. Amor o poder: estos son los polos
opuestos de una elección que todos los niños se ven obligados a hacer, desde
muy temprano en la vida, en un drama que influye de manera profunda y duradera
en la formación de la personalidad. El autor rastrea este patrón de adaptación
excesiva y de rebelión latente a través de diversos fenómenos sociológicos y
psicológicos, especialmente en su más trágica manifestación histórica: el
nazismo. Sin embargo, este proceso que nos conduce a renunciar a un verdadero
yo autónomo y que nos deshumaniza impregna también nuestras sociedades
contemporáneas.
Gruen describe cómo los rechazos de los padres en la primera
infancia pueden conducir a una identidad poco desarrollada. El vacío interno
resultante a menudo se ve compensado por la inclinación a seguir personas o
ideologías fuertes, o incluso por una cosmovisión simple y polarizadora que
identifica a un enemigo como la causa de todos (o al menos los más importantes)
problemas. Gruen confirma este patrón básico con casos de su propia práctica,
así como casos históricos. Además de los delincuentes "normales",
también dirige a grandes nazis como Göring , Hess , Frank y Hitler .
La perspectiva de Gruen parte de un conflicto entre el afán
de ser amado de la niñez y la sumisión al poder parental, una primera
adaptación y autotraición que para Gruen conlleva un odio a uno mismo residual
y un poso de rebeldía latente que puede ser el germen de diversos odios y
violencias posteriores, que en algunos casos, como el de Hitler, analizado en
detalle desde los anteojos de la disciplina de la psicología social desde la
que trabajó el psicólogo germano, puede evolucionar y escalar hasta las cotas
que de sobra conocemos si se dan las circunstancias apropiadas, como un entorno
humano afectado por la necesidad de una figura autoritaria en la que delegar
sus impulsos deshumanizados. Juzguemos más acertadas o menos las tesis de Gruen
en lo que respecta a la influencia de la dicotomía amor poder en la infancia,
es innegable que sus conclusiones han sido y están siendo más que probadas en
la actualidad: “Hitler desplegaba su papel de víctima en referencia a las supuestas
burlas de los judíos dirigidas a sus aspiraciones. Este rasgo de sus discursos
permitió a sus oyentes identificarse con él como víctimas y deducir que tenían
derecho a vengarse”. El victimismo de determinados sectores de la sociedad y
sus representantes políticos ante un sistema que los reprime y que trata de
negarles el derecho a sus conquistas puede verse todos los días en televisión. “Es significativo -afirma Gruen- que las autoridades
estatales correspondientes siempre minimizan la violencia de la extrema derecha
y la consideran «comprensible». A su violencia se le quita importancia
considerándola una «pelea»”. No hay duda de que las ideas de Gruen guardan una
estrecha relación con la forma en que se dan los hechos en nuestras sociedades.
La propuesta del psicólogo para desactivar el odio pasa por un mayor respeto a
la maternidad y a sus necesidades y una atención correcta en el periodo de la
infancia para que la semilla del odio no eche raíces.
En 2001 la obra recibió el Premio Hermanos Scholl, otorgado por La asociación bursátil del comercio de libros
alemán y la ciudad de Múnich . El Premio está dotado con 10.000
euros, se otorgará por un libro que "atestigua la independencia
intelectual y es capaz de promover la libertad civil, el coraje moral,
intelectual y estético, y proporcionar impulsos importantes para el sentido
actual de responsabilidad".
Arno Gruen en el medio recibiendo el premio Arno Gruen |
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